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HISTORIA DE LOS VISIGODOS EN ESPAÑA por F 24 May 2010

Posted by paxceltibera in 01. DE LOS PUEBLOS DE LA PENINSULA IBERICA.
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HISTORIA DE LOS VISIGODOS EN HISPANIA EN EL S. V

En este artículo voy a trazar una breve historia de las vicisitudes y peripecias de los visigodos en Hispania, desde la llegada de Ataúlfo a Barcelona en 414 hasta la destrucción del reino suevo en 456.

Sin duda debió de ser un espectáculo impresionante ver a la gran comitiva de los godos, con sus guerreros a caballo escoltando carros y carros de civiles y sus enseres extendiéndose por toda la vía Augusta a lo largo de kilómetros y kilómetros en dirección hacia Hispania. Con su rey Ataúlfo a la cabeza (había sido elegido para el cargo en 410 tras la muerte de su cuñado, el gran Alarico), habían salido de la saqueada Burdeos, donde habían estado brevemente asentados, acuciados por las necesidades, ya que los estipendios prometidos por el general Constancio no llegaban. Así, a finales de 414 o principios de 415, los visigodos probaban suerte en Hispania y llegaban a Barcelona, en la que se asentó la corte de Ataúlfo, que incluía nada más y nada menos que a la hermana del mismísimo emperador Honorio, Gala Placidia, que había sido capturada por Alarico en el saqueo de Roma de 410, y con la que Ataúlfo se acababa de casar en Narbona. [OROS. 7.43.1; PROSPER 1256; HYD. 60; IORD. Get. 163]

Pero también en Hispania el bloqueo impuesto por Constancio era brutal y la situación de los visigodos empeoraba paulatinamente. A ello se sumó el asesinato de Ataúlfo por un partidario de su antiguo enemigo (ya difunto) Saro en 415 y la subida al trono precisamente de un hermano de Saro, Sigerico [OROS. 7.43.8; OLYMP. 26; HYD. 60; IORD. Get. 163]. Una semana escasa estuvo éste en el trono, siendo asesinado a su vez. Su sucesor fue Walia [OROS. 7.43.9; OLYMP. 26; IORD. Get. 163; ISID. Goth. 20] quien, tras tratar infructuosamente de cruzar a África, como ya le había pasado a Alarico en Italia, e intentar regresar a las Galias (no pudo porque el ejército romano bloqueaba los Pirineos) se vio obligado a llegar a un acuerdo (foedus) con Constancio, por el que los visigodos se comprometían a combatir a los bárbaros que habían invadido Hispania en 409 y a devolver a Placidia a cambio del trigo suficiente para subsistir. El foedus se firmó en 416 [OROS. 7.43.12-13; OLYMP. 31; PROSPER. 1251; HYD. 60; Chron. Gall. A. DXI 565; IORD. Get. 165].

Las campañas visigodas en Hispania fueron rápidas y contundentes. En apenas dos años, de principios de 416 a principios de 418, Walia acabó con los dos pueblos más poderosos de los que habían invadido Hispania, los alanos y los vándalos silingos, asentados los primeros en Lusitania y Cartaginense y los segundos en Bética. A partir de los datos proporcionados por Hidacio y complementados por otras fuentes, especialmente una noticia proporcionada por Sidonio Apolinar, se pueden reconstruir las campañas godas en Hispania. [HYD. 67, 68, 69; SID. APOL. Carm. 2, 362-365; IORD. Get. 166; quizás, OROS. 7.43.15]

El primer objetivo del rey visigodo fueron los vándalos silingos, decisión en cierta medida sorprendente en cuanto que los alanos representaban, en teoría, un enemigo más poderoso y su instalación en Lusitania y Cartaginense los hacía más accesibles. Sin embargo los alanos no ocuparon todo el territorio que se les había asignado en el reparto de 411 y hay que situarlos en Lusitania mejor que en Cartaginense. Parece que el objetivo de Walia, y no hay duda que aquí debemos ver indicaciones precisas de Constancio al respecto, era recuperar la costa mediterránea con rapidez y en primer lugar, lo que obligaría a los godos a enfrentarse primero con los silingos, asentados en Bética. Tras la derrota, los vándalos silingos supervivientes se unirían a los alanos (así debemos interpretar, en nuestra opinión, los datos que aporta Apolinar, aún teniendo en cuenta que tales datos aparecen incluidos en un panegírico) y juntos se enfrentaron a los visigodos en las cercanías del estrecho de Gibraltar, según, de nuevo, Apolinar. El hecho de que la última batalla se desarrollara en esta región mediterránea, propicia para el cruce del estrecho, nos hace sospechar que quizás alanos y silingos supervivientes intentaban una desesperada solución: cruzar a África con la esperanza de verse libres del acoso visigodo. Aunque es ésta, sin duda, una hipótesis atractiva, tampoco podemos descartar que, simplemente, el empuje del ejército visigodo hiciera retroceder a alanos y vándalos silingos hacia el sur. Una vez definitivamente derrotados, los restos de silingos y alanos se unieron a los vándalos asdingos, hecho que sin duda aumentaría el poder de su rey Gunterico. Hidacio narra como los visigodos causaron una gran matanza entre los alanos, lo que incluía la muerte de su rey Addax, pero no creemos que existiera un plan de exterminio por parte de Walia, ni de su jefe Constancio, con respecto a silingos y alanos. De hecho, el propio Hidacio menciona que los supervivientes se unieron a los vándalos asdingos en Galecia, lo que supone un largo camino hacia el norte, a lo largo del cual no hubiera sido difícil a los godos aniquilar a las dispersas bandas de fugitivos. El objetivo de Constancio era quebrar de forma definitiva el poder militar de alanos y vándalos silingos y lo consiguió plenamente.

En teoría, el siguiente paso de Walia y su ejército sería la eliminación de los otros dos pueblos bárbaros que quedaban en Hispania y que ocupaban el tercio noroccidental de la Península Ibérica, a saber, vándalos asdingos y suevos. Pero antes de cumplir los objetivos propuestos, Constancio decidió ordenar el regreso de los visigodos a Galia, donde, mediante un nuevo foedus, los instaló en las provincias Aquitania Segunda, Novempopulana y Narbonense Primera, con Tolosa como capital.

La siguiente aparición de los visigodos tuvo lugar en 422, cuando, formando parte del ejército comandado por el magister militum Castino, emprendieron una campaña contra los vándalos asdingos que, tras su derrota a manos de Asterio, se habían asentado en Bética. Hidacio (77) escribe: “Castinus magister militum, cum magna manu et auxiliis Gothorum, bellum in Baetica Uandalis infert. Quos cum ad inopiam ui obsidionis artaret, adeo ut se tradere iam pararent, inconsulte publico certamine confligens auxiliorum fraude deceptus ad Terraconam uictus effugit.” Castino, una vez que había logrado bloquear a los vándalos, les presentó una innecesaria batalla en campo abierto, en la que fue derrotado debido a la traición de los auxiliares godos. Dejando aparte la profunda animadversión que Hidacio sentía hacia los visigodos y que hacen que se resienta su objetividad, la traición de los godos debería enmarcarse en las luchas por el poder que se libraban en Ravena a la sombra del débil Honorio. La crítica moderna se ha puesto de acuerdo, en general, a la hora de buscar una razón a la actuación de los visigodos: su traición respondería a un episodio más de la lucha que se estaba desarrollando en la corte de Ravena entre Castino y Placidia y sus partidarios, entre los que se incluía Bonifacio. El otro beneficiado sería el propio Teodorico I, que debilitaría considerablemente la posición de Castino, posible futuro enemigo. Otros autores sostiene que la única causante de la derrota sería Placidia, que aún mantendría cierto ascendiente sobre los visigodos desde que había sido su efímera reina.

En teoría, debemos esperar hasta 456, cuando Teodorico II atacó al rey suevo Requiario y acabó con él y con su reino, para volver a encontrar visigodos en Hispania. Sin embargo, la inmensa mayoría de los autores, entre los que me incluyo, sostienen que los federados que fueron masacrados por los bagaudas en Tarazona en 449, según cuenta Hidacio (141), eran visigodos. La pregunta lógica, y que por ahora no ha sido respondida es: ¿qué hacían allí?. La crítica moderna se ha desentendido del problema, debido principalmente a su complejidad. Aquí sólo diré mi opinión de forma muy resumida: formaban parte de un contingente de guarniciones en el valle del Ebro, que incluiría Zaragoza y Pamplona, en cumplimiento del foedus renovado por Los visigodos y el Imperio en 439.

En el año 456, Teodorico II, rey de los visigodos, cruzaba los Pirineos y se dirigía con su ejército hacia la frontera del reino de los suevos, siguiendo con toda probabilidad la vía que unía Burdeos con Astorga. Vamos a detenernos un poco en analizar las causas de este hecho a partir del contexto histórico. Señalo varios puntos fundamentales de esta nueva contextualización:

1) En el año 454 Aecio fue asesinado por Valentiniano III, quien, as u vez, también murió de forma violenta en 455. Tras el breve interludio que supuso el reinado de unos meses de Petronio Máximo, fue elegido emperador Avito, uno de los hombres de Aecio y gestor de la paz de 439 con los visigodos. Fue sin duda esta relación estrecha con los godos la causa de su subida al poder: apoyado por los senadores galorromanos fue elegido emperador el 9 de julio de 455 en Tolosa, lo que es significativo ya de por si, y ratificado en Roma. Obviamente, Avito no era Aecio y su elección pronto se vería discutida por otro aeciano (Mayoriano, a su vez apoyado por el general Ricimero).

2) En el año 453 el rey visigodo Turismundo fue asesinado por sus hermanos Teodorico y Frederico, asumiendo el primero el trono con el nombre de Teodorico II. El nuevo rey visigodo, al contrario que su padre Teodorico I, era “prorromano” (si se me permite la expresión) y más realista, que no menos ambicioso. Así, sabedor de que la natural expansión de los visigodos hacia el Mediterráneo no iba a ser permitida por Roma (y había múltiples y dolorosos ejemplos al respecto), abandonó la “vía mediterránea” y centró sus miras en otro lugar: Hispania, lugar que carecía de importancia estratégica y política para Roma, con la excepción de Tarraconense (que, aún no siendo fundamental, si tenía cierta importancia al asegurar los Pirineos y la costa).

3) Desde el año 448 el rey de los suevos era Requiario, hijo de Requila, que había logrado la mayor expansión sueva y al que podemos calificar como el más importante de los reyes suevos junto a Hermerico. Requiario comenzó su reinado aliándose con los visigodos, aunque no parece que para éstos fuera de gran ayuda. Cuando los hunos invadieron las Galias en 451 y se dirigieron hacia el reino godo no se recoge en las fuentes ninguna ayuda de sus recién aliados suevos. Quizás Teodorico se conformara desde un principio con la garantía de que los suevos no le atacarían por la espalda mientras el combatía a los hunos.

Tras la muerte de Aecio y Valentiniano III, con quien había ratificado los acuerdos firmados con el patricio, Requiario consideró que su pacto con Roma había terminado. Esto es bastante normal porque, como mostrara en su momento G. P. Bognetti, los pactos firmados entre reyes bárbaros y los gobernantes romanos tenían un carácter personal y de fidelidad individual, por lo que cuando uno de los firmantes moría el pacto quedaba sin efecto. Requiario no fue el único que rompió su pacto con Roma: Genserico y Teodorico II hicieron lo propio, en un intento de mejorar su posición respecto a Roma.

La ruptura del pacto por Requiario se tradujo en ataques a la provincia Tarraconense. Los motivos de esta actuación no están nada claros y las fuentes en poco ayudan. Una teoría muy extendida, y cuyo mayor, aunque no único, exponente es Casimiro Torres, es que Requiario deseaba conquistar Tarraconense para unificar la península Ibérica bajo su cetro. Nada hay en las fuentes que indique que el rey suevo albergaba tal disparatada pretensión, teniendo en cuenta que en realidad su poder se circunscribía a la mayor parte de Galecia, Emérita e Hispalis. ¿cuáles fueron, pues, sus motivos? Es difícil pronunciarse: quizás un intento de mejora de los términos del foedus con Roma, aumentar su prestigio, la depredación en sí misma, etc.

Cabe preguntarse por qué Requiario no calculó la reacción visigoda. Es posible que en el plano militar no los considerase excesivamente peligrosos pues, al fin y al cabo, su padre los había derrotado hacía poco y é seguramente habría estado presente. Quizás consideró que seguirían sin interesarse en Hispania y él podría maniobrar allí con margen. Se equivocó por completo en ambos extremos. Ya hemos visto que los visigodos se disponían a cambiar de política y había quedado patentemente demostrada su importante capacidad militar en los Campos Catalaúnicos.

Un indicio de que la actuación visigoda en Hispania había cambiado es la intervención de Frederico, hermano de Teodorico II, contra los bagaudas tarraconenses en 454 [hyd. 158]. Hasta ahora los visigodos habían participado en la península como auxiliares en campañas romanas. Ahora las dirigían ellos. Y, de paso que eliminaba definitivamente un problema (menor, pero que no podía ser ignorado), aseguraba las vías occidentales de penetración en Hispania.

En el año 456 y tras una gran incursión sueva en Tarraconense [HYD. 172] Requiario, Teodorico II invadió Galecia. El ejército godo, al mando del propio rey, iba acompañado de un contingente de aliados burgundios, a cuyo mando estaban los reyes Gundioco y Chilperico [IORD. Get. 231]. En las cercanías de Astorga les esperaba el ejército suevo, al mando a su vez de Requiario. En concreto a orillas del río Órbigo,a apenas a 12 millas de la ciudad. Según A. Tranoy, los suevos intentaban detener a los visigodos en el puente de dicho río, debido a que por él pasaban las rutas hacia el interior de Galecia. Además, probablemente se trataba de la frontera más oriental del reino. Requiario que, aunque herido, había podido escapar y refugiarse en Oporto, fue capturado allí y ejecutado en diciembre [HYD. 175 y 178; IORD. Get. 232].

La derrota de Requiario fue absoluta. No podía ser de otra forma, ya que el ejército visigodo era previsiblemente muy superior tanto en número como en capacidad y preparación militar. Así, el 5 de octubre de 456 los visigodos destruían el ejército suevo y dejaban expedita la ruta hacia Braga [HYD. 173; IORD. Get. 232; ISID. Sueb. 87; Chron, Caesaraug. ad. a. 458]. Los visigodos ocuparon rápidamente Braga, que fue saqueada [HYD. 174]. J. Pampliega ha reconstruido la ruta que seguirían los visigodos hasta la capital sueva (cito textualmente): “Posiblemente tomase la vía 17 del Itinerario de Antonino, y desde Astorga se dirigiese hastra Castrocalbón, en la actual provincia de León y desde allí se internase hasta la provincia de Zamora por Fuente Encalada; Rosinos de Vidriales donde se encuentra la mansión viaria de Petavonium, tras ésta, cruzaría Santibáñez de Vidriales, Brime de Sog, San Juanico el Nuevo, Calzada de Tera, Calzadilla de Tera, Otero de Bodas, Villanueva de Valrojo, Villardeciervos, Boya, S. Pedro de las Herrerías, Figueruela de Arriba donde se encuentra la mansión de Veniatia, Moldones, y pasaría la frontera actual portuguesa hacia Bragança por la mansión de Compleutica hacia Chaves y Braga” (Los germanos en España, Pamplona, 1998, p. 324, n. 172).

Inmediatamente, Teodorico conquistó Emerita [HYD. 182], aunque los acontecimientos ocurridos en el imperio le obligaron a cambiar de planes. En efecto, la destitución de Avito, que había ido a Italia a sofocar la rebelión de Ricimero y Mayoriano y había sido derrotado en Piacenza y obligado a consagrarse obispo [HYD. 183; SID. APOL. Carm. 5.266-268] Chron Gall. a. DXI 628; CASSIOD. Chron. 1266], forzó al rey visigodo a regresar rápidamente a Tolosa. Partió de Mérida en abril de 457 [HYD. 186] y, tras saquear Astorga y Pallantia y fracasar ante los defensores del castrum Couiacense (probablemente Valencia de Don Juan), llegó a las Galias [HYD. 186]. Como gobernador de los territorios suevos recién ocupados (prácticamente todos, por cierto) dejó a Agiulfo [IORD. Get. 233; HYD. 173 sólo menciona su deserción].
El nuevo emperador era Mayoriano, otro de los generales de Aecio, pero Teodorico II no lo reconoció como tal hasta 458, cuando renovó el foedus entre los godos y Roma, lo que le permitió moverse en Hispania con mucha libertad durante casi dos años. Los aprovechó bien. En el año 458, envió una expedición a Bética, al mando del dux Cyrilla [HYD. 192; ISID. Goth. 33].
La victoria contra los suevos y la ocupación de casi todo su reino, aunque más tarde perderían parte de él, la conquista de Mérida y las expediciones a Bética, supusieron, para muchos historiadores (Reinhart, Thompson, García Moreno, Burgess…), el comienzo de una nueva época en la historia de Hispania.

Saludos.

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